Clara Schumann. La artista y la mujer, de Nancy B. Reich (Barlin) Traducción de Lucía Navarro Pla | por Francisca Pageo
Querida Clara:
¿Me escuchas? ¿Me oyes? Sé que en tus últimos tiempos te costaba escuchar, que la vida ya no te era fácil, que, pese a todo, seguías siendo tú, única y ferviente amante de todo lo que amabas: la música, tu escritura, tus deseos por complacer a aquellos a los que querías. En estas palabras que leo te conozco a fondo: sé de tu infancia, del diario que tu padre escribía por ti, de tu relación con él, de tus primeras incursiones musicales y de cómo conociste a tu amado y muy señor músico Robert Schumann. Nancy B. Reich ha sabido mostrarte como nadie: con tus sombras, tus virtudes, tus defectos, tus anhelos, tus amores, tu clara pasión por ese piano que tantas alegrías te dio.
Eras una niña prodigio, ya desde pequeña el piano sonaba a través de ti como el canto de una alondra en la mañana. Eras parsimoniosa, pero también profunda y vehemente. Tu relación con tu padre fue leal y fiel hasta que te casaste. En él depositabas todo, así como para él eras su hija predilecta, de una belleza sin igual y obtusa en sus elecciones. Te hiciste independiente muy pronto. Conociste Europa a través del piano; la gente te quería, Clara.
Clara, querida,
en esos ojos grandes y claros que tienes en ti he podido ver reflejada una vida por y hacia la música sin igual. Eras madre de 8, tu hija Marie, tu favorita, siempre estaría contigo. Te ayudaría en tus giras, en casa, allá a donde fueras. Te codeaste con músicos de renombre, como Brahms o Mendelssohn o Liszt. Con Brahms tuviste una amistad tan fuerte que hasta tu música podría verse influenciada. Pero no dejaste de recordar a Robert cuando murió. En Robert tenias un compañero, un amante, alguien en quien confiar siempre. Pese a que sus últimos años no pudieras estar con él.
Nancy B. Reich detalla tu manera de componer, tan especial. Yo no he sabido verla bien, pues no conozco esta parte compositiva que a ti tan bien se te da. La gente de la editorial Barlin te ha rescatado del olvido, te ha traído hasta el s.XXI, te ha traído hasta mis manos y yo he sabido apreciarte, he sabido quererte y amarte. Te escribo estas lineas mientras escucho tus composiciones y son tan amables y agradables. La habitación y las cosas que la contienen se enternecen también al escucharte. Dime, ¿aprecias esta carta como apreciabas a toda la gente que te rodeaba? Ojalá sea así. Sé que escribías mucho, en tu diario, y que dedicabas buena parte de tus días a escribir cartas. Antes eran otros tiempos, más lentos, más incesantes en cuanto a sentimientos y entrega a la vida. Y eso se nota al saber de ti.
¡He aprendido tanto contigo y a través de ti! Quiero darte las gracias a ti, a Nancy y a Lucia por toda la labor que le habéis hecho a la humanidad y al mundo editorial. Lucia te ha traducido como nadie, ha sabido verte, conocerte, entrar en ti como entra el aire cuando respiramos. Sin más, te deseo una vida al otro lado llena de amor. Seguirás siendo musa y seguirás sonando. Al menos aquí, a través de mí y a aquellos que también lean esta biografía tan llena de vida sin igual. Gracias.
Con afecto,
Francisca Pageo